Para empezar la andadura en este blog voy a hablar de un tema que se plantean muchas personas; ¿cuándo y por qué acudir al psicólogo?
En muchos momentos de nuestra vida sentimos que algo nos pasa, no estamos bien,… algo no funciona. Nuestro ánimo esta decaído, nuestras reacciones no son “normales” y los demás nos hacen notar que algo está cambiando a peor, ya sea en nuestro humor o en nuestras costumbres. En algún momento, de hecho, alguien nos dirá o sugerirá que “tu lo que necesitas es un psicólogo”, ya sea de una forma amable e interesada o producto de algún conflicto.
Generalmente, este último consejo se suele desestimar por que se suele identificar al psicólogo como un profesional que trata a “locos”, enfermos mentales o trastornados. Y, por supuesto, no nos gusta identificarnos a nosotros mismos con esa imagen. Y seguimos nuestra andadura pensando que todo se solucionará solo más pronto o más tarde, o porque solos somos capaces de solucionar los problemas con el estilo y métodos de afrontamiento que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida.
Muy al contrario, en la vida se van a dar circunstancias para las que posiblemente no estemos preparados para afrontar a nivel emocional, ya sea por problemas que vamos arrastrando a veces desde la infancia, o puntuales (como puede ser un duelo no superado) y que se manifiestan tiempo después acumulándose con otras circunstancias. Así nos da la sensación de que todo se junta en un momento determinado de la vida, achacándolo a una “racha negativa” o a que la vida es algo horrible y doloroso.
Desgraciadamente, debido a esa imagen anteriormente descrita que tenemos del psicólogo no somos capaces de reconocer que necesitamos ayuda de alguien que, sin prejuicios ni intereses, nos puede orientar en la resolución o mitigación de nuestro problema o sufrimiento. Así, suele ocurrir que acudimos al psicólogo cuando la problemática que nos aqueja ya es altamente torturante a nivel emocional e incluso ha conseguido alejarnos de nuestros seres más queridos.
Hemos de recordar que, en general, las personas con un tejido socio-emocional adecuado (familia, amigos, etc.) suelen resolver sus miedos y depresiones con prontitud… Pero no siempre es suficiente o adecuado. Aquí es donde entra el psicólogo.
La función del psicólogo a mí me gusta considerarla como la de una “muleta”. Todos sabemos andar pero a veces tropezamos y necesitamos de una “muleta” para volver al camino que conocemos o reconducirnos pues estábamos en uno equivocado y poder seguir andando. También la “muleta” nos puede servir para parar y poder apoyarnos durante un tiempo antes de poder continuar.
Se suele entender que las cuestiones de salud son solo físicas y no nos paramos a pensar que lo mental o psicológico nos puede llevar a lo físico mediante somatizaciones (dolores, falta de sueño, etc.), por lo que deberíamos darle una importancia igual a las cuestiones psicológicas. ¿Acaso cuando nos duele una muela no vamos al dentista?.
Para terminar, el psicólogo es un profesional de la salud que conoce métodos y técnicas para minimizar el impacto emocional que nos pueden producir los diferentes eventos que suceden en nuestra vida y poder afrontarlos de una manera más positiva y adaptativa. Es por ello, que a la pregunta de ¿cuándo y porque he de acudir al psicólogo?, la respuesta es que se ha de acudir cuando la persona lo considere libremente pero en mi opinión hay que acudir antes de que las sensaciones negativas o desadaptativas sean tan potentes que cueste verdadero esfuerzo controlarlas o cambiarlas.
Recuerda, tu psicólogo es una muleta que te va a ayudar a que, en un futuro, puedas seguir caminando sin ella.
Autor: Federico García Arrillaga, psicólogo licenciado que pasa consulta en Aranjuez (Madrid). Visita mi web en www.psicologoaranjuez.es